La paradoja del sexo: negación y necesidad

La paradoja del sexo: negación y necesidad

8 noviembre 2016

Dicen los autores de “El principio era el sexo”, Christopher Ryan y Cacilda Jethá, que “anterior a la guerra contra las guerras, la guerra contra el terrorismo o la guerra contra el cáncer es la guerra contra el deseo sexual. Una guerra que lleva más tiempo librándose que ninguna otra y cuyas víctimas se cuentan ya por miles de millones, como las demás, es una guerra que nunca podrá ganarse, ya que el enemigo al que se le ha declarado es una fuerza de la naturaleza”.

Resulta paradójico que en nuestra sociedad, una sociedad orientada a la búsqueda de placer permanente y de felicidad, se haya desconectado tan peligrosamente de su energía sexual y del cuerpo en la que ésta reside. Se privilegia el esfuerzo hasta al agotamiento con lo que la sexualidad queda relegada y se considera pecado sobre todo si no se enmarca dentro de unas determinadas reglas.

No obstante, tal como señalan los autores de “El principio era el sexo” y el mismo Freud, somos seres sexuales y la sexualidad está presente en todo. La sexualidad es una energía tan potente que si se vive desvinculada de Dios nos puede arrastrar hacia un camino alejado de la espiritualidad y por ello más banal. Es un poco lo que nos está ocurriendo en la actualidad. Antes de que apareciera la cultura patriarcal se asociaba totalmente a lo trascendente y a la espiritualidad. Ahora estamos en lo todo lo contrario.

La pornografía sigue moviendo más millones que todos los negocios relacionados con los deportes, es decir, la sexualidad es algo inherente a todos nosotros. Por mucho que nos empeñemos en darle la espalda, lo mejor sería si la asumimos y la integramos como algo necesario sin la cual no podemos subsistir. Es una necesidad vital como comer y beber. Desdeñar su potencia es iluso a la vez que perjudicial. Contactar y reconocer la sexualidad es reconocer y contactar la vida misma. Necesitamos tocar y ser tocados y contactar con la parte más instintiva de nuestro cuerpo, algo que nuestro cultura niega continuamente sobre todo al recurrir incluso a la hora de establecer relaciones sexuales a Internet y aplicaciones que nos alejan del contacto real para dejarnos en lo virtual.

 

Por Mireia Darder

Socia fundadora del Institut Gestalt. Dra. en Psicología clínica. Terapeuta Gestalt.

 

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