Uno de los desafíos recurrentes como docentes en un aula es el abordaje de las dificultades de aprendizaje. Afortunadamente, existen protocolos y se pueden establecer pautas de actuación específicas para cada caso. En nuestra labor como maestros/as o docentes, es fundamental abordar estas situaciones de manera profesional, brindando el apoyo necesario para que todas las personas tengan igualdad de oportunidades en su proceso de aprendizaje.
¿Qué son las dificultades de aprendizaje?
Nuestro cerebro posee la capacidad de modificar su diseño de red, cambiando sus conexiones por otras que le aporten una mayor eficacia. De esta forma, vamos adquiriendo conocimiento del mundo que nos rodea y dominando nuevas habilidades intelectuales y neuromotoras, aprendiendo nuevos conocimientos que darán forma y significados a los anteriores. Así, cada nuevo aprendizaje nos dispone y potencia para otro nuevo aprendizaje (Dhers, 2019).
No obstante, en ocasiones se presentan dificultades en este proceso de adquisición y dominio de nuevos conocimientos y habilidades, encontrándonos con lo que llamamos “dificultades de aprendizaje”. Actualmente, en el ámbito psicoeducativo, las dificultades de aprendizaje hacen referencia a aquellas dificultades relacionadas tanto con la aritmética, como con el ámbito de la comprensión lectora (Defior et al., 2015).
Tipos de dificultades en el aprendizaje
Según Romero y Lavigne (2005), existen cinco grupos diferenciados de dificultades de aprendizaje. Tres de ellos están atribuidos a condiciones intrínsecas de los alumnos, posiblemente debido a disfunciones neurológicas como el TDAH (Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad), DIL (Discapacidad Intelectual Límite) y las DEA (Dificultades Específicas de Aprendizaje).
Estos trastornos provocan retrasos en el desarrollo de funciones psicológicas básicas para el aprendizaje (como la atención, la memoria de trabajo, el desarrollo de estrategias de aprendizaje, etc.). Y dentro de las “Dificultades Específicas de Aprendizaje (DEA) concretamente se habla de la dislexia, la discalculia, la disgrafía y dificultades con las matemáticas. En algunas clasificaciones para estos tres grupos de dificultades se habla de trastornos, ya que se arrastran a lo largo de la vida, el desarrollo neurológico se ha visto afectado y están presentes desde el mismo momento del nacimiento.
Las otras dos circunstancias se definen como Problemas Escolares (PE) y Bajo Rendimiento Escolar (BRE) y pueden (y suelen) ser extrínsecos al alumno/a, es decir, debidos a factores sociales. Hablamos principalmente de la inadecuación de pautas educativas familiares, privación social y/o cultural, trato y desarrollo inadecuado, desatención, desestructuración familiar y/o social, pautas culturales, etc. Estos se “clasifican” más como problemas sociales, si bien la incidencia puede afectar y estar presente a lo largo de la vida (solo hace falta repasar literatura al caso como puede ser “El niño que fue criado como un perro” de Bruce Perry y Maia Szalavitz). En estos casos, hoy en día, hablaríamos más de traumas.
Aunque las dificultades en el aprendizaje pueden revelarse a lo largo de la vida, hoy en día, lo más frecuente es que se detecten en las etapas de escolarización, tanto por la creciente incidencia de este tipo de trastornos en los niños y niñas, así como por la perspicacia y experiencia de los y las docentes.
Mirada sistémica
Cuando nos adentramos a investigar y/o documentarnos sobre las dificultades de aprendizaje nos encontramos con una amplia diversidad de modelos y las discrepancias entre diferentes corrientes. Algunos autores argumentan que los procedimientos de actuación están claramente definidos, otros, que sería recomendable aplicar los descubrimientos de la neurociencia y, algunos, lo asocian a un modelo médico en que se clasifica todo acontecimiento individual y/o social y lo que se sale de la “normalidad” queda categorizado como patológico.
En este sentido, la Pedagogía Sistémica nos invita a reflexionar y a reconocer estas dificultades en el aprendizaje, que van mucho más allá de lo que queda expuesto a simple vista. De esta forma, la mirada sistémica, a través de un enfoque integrador, pone énfasis en las fortalezas y capacidades en lugar de centrarse exclusivamente en las dificultades y carencias de las personas. Además, subraya la importancia de cómo percibimos a estos alumnos y cómo los tenemos presentes en nuestras mentes y corazones.
Como bien nos dice la Teoría de Sistemas, el concepto de circularidad pone de manifiesto la interconexión que tenemos todos los que pertenecemos a un sistema, y cómo nos vemos afectados todas las partes de la interacción con el resto. La circularidad sabemos que también funciona aunque las personas objeto de nuestras palabras y/o pensamientos no estén presentes. Por tanto, todo aquello que hablemos, la forma en cómo nos referimos a estos alumnos/as, cómo pensamos en ellos, les afectará. De este modo, la Pedagogía Sistémica nos pone en alerta de nuestros propios prejuicios, o al menos nos invita a ser más conscientes, a ser más cuidadosos con nuestras palabras y a mantener una actitud positiva, integradora, y a cuidar nuestros pensamientos, pues incluso con estos podemos favorecer los procesos de nuestros alumnos/as.
Además de trabajar las partes más instrumentales de las dificultades en el aprendizaje con estos alumnos/as, es imprescindible ser consciente de nuestras expectativas aportando, además de nuestro trabajo externo, un posicionamiento interno de confianza en los recursos y procesos de estos alumnos y alumnas.
Como señala Angélica Olvera, “Es la interrelación del proceso de trabajo personal de los maestros/as, el trabajo con los alumnos y la contextualización dentro de los órdenes del amor de ciertos contenidos curriculares a nivel educativo, junto con la necesaria inclusión de los padres de alumnos dentro del proceso de educación” (Olvera, 2004).
Y a título de reflexión, ¿serían también clasificables como “dificultades en el aprendizaje” las dificultades de aquellos niños y niñas que a efectos de inteligencia no tienen carencias, sino más bien todo lo contrario, como son los niños con altas capacidades? ¿Cómo tratamos a los niños/as con neurodivergencias, y si además tienen una doble o triple excepcionalidad (más de una divergencia de desarrollo)?
Como dice Christiane Wells (Doctora en Psicología), vivimos en la sociedad del capacitismo, y todo aquel que se salga de la normalidad hay que procurar compensar hacia la capacitación de la normalidad. Cuando aplicamos la mirada sistémica nos centramos en sus fortalezas y que con estas sean capaces de vivir una vida plena y presente.
Bibliografía:
Defior, S., Serrano, F., & Gutiérrez, N. (2015). Dificultades específicas de aprendizaje. Síntesis.
Dhers, P. (2019). Dificultades en los aprendizajes. Hologramática. Facultad de Ciencias Sociales, Volumen 3 (31), 3-31.
Olvera, Angélica (2004): Módulo III del Diplomado en Pedagogía Sistémica celebrado en el CUDEC. CUDEC (Centro Universitario Doctor Emilio Cárdenas).
Romero, J.F. y Lavigne, R. (2005) Dicultades en el Aprendizaje: Unificación de Criterios Diagnósticos. I. Definición, características y tipos. Consejería de educación, Junta de Andalucía.
Jordi Usurriaga Safont
Educador Social. Formado en Constelaciones familiares, Constelaciones organizacionales, Salud sistémica, Terapia Gestalt, Psicologia de los Eneatipos de Claudio Naranjo, Practitioner en PNL, Teatro terapéutico. Docente y terapeuta del Institut Gestalt.
Formación relacionada con la Pedagogía Sistémica: