El amor, el desamor y las relaciones de pareja son uno de los principales motivos por los que las personas acuden a terapia. Generalmente porque están mal con la pareja o porque se acaba de romper una relación, esto produce mucho sufrimiento, tanto que se hace muy difícil continuar con la vida de una manera normalizada.
En la consulta me encuentro normalmente con cuestionamientos como: “¿por qué me enamoro siempre de hombres que no quieren estar en una relación de pareja?”“¿por qué las mujeres que me gustan son las que me acaban hacienda daño?” “siempre me abandonan” “empiezo bien en la relación pero luego me canso y me voy” “quiero estar en pareja y no encuentro a nadie”.
Hay patrones repetitivos en las relaciones que aparecen una y otra vez. Nos ayuda a encontrar estos patrones el mirar atrás y analizar tus relaciones de pareja: ¿qué tienen en común?, ¿en qué se parecen?, ¿tienen alguna semejanza los hombre/mujeres que te atraen?, ¿cómo acaban tus relaciones? Son preguntas clave a responder y que nos dan información interesante sobre nosotros mismos en lo relacional.
Creo que la vida nos va poniendo por delante los asuntos propios que no tenemos resueltos, aquellos a los que no queremos mirar porque son demasiado dolorosos, incluso aspectos de los que no somos siquiera conscientes.
Pedimos a nuestra pareja que satisfaga nuestras necesidades, aquello que yo no recibí (o creo que no recibí) de niño se lo pido a mi pareja; el afecto de la madre, la cercanía del padre.
Doy un ejemplo; una persona que de niño se sintió abandonado por la mamá, no querido, no cuidado. Cuando crece y está en pareja, ante una muestra de distanciamiento de su pareja o de indiferencia vuelve a conectar con esa angustia que sintió de niño. Como si volviera a sangrar la herida de la infancia. Entonces para calmar la herida, empieza a pedir a su pareja que llene esa ausencia, que le dé aquello que no le dio su madre. Pero esto no es posible, aquí la pareja se siente que le está pidiendo demasiado, que no puede cumplir esas expectativas, ni calmar sus miedos, su angustia.
Puede suceder que ante tanta demanda la pareja se vaya o que se distancie. Entonces la persona vuelve a sentirse abandonada de nuevo, y así se repite el círculo (el patrón) una y otra vez, la misma dinámica donde queda frustrado.
Y… ¿Cuál es la solución? Poner atención en que se le está pidiendo a la pareja: “¿Es algo real que me puede dar esa persona o tiene que ver con un tema mío?”, “¿Es algo de mi pasado no resuelto, no satisfecho?”.
Nos daremos cuenta de que estamos haciendo esto porque nos sentimos como niños-as ante el otro. También cuando las emociones son demasiado fuertes y/o exageradas para la situación concreta y el momento presente.
Es justamente ahí cuando puedo empezar a hacer algo diferente, tomando responsabilidad y colocándome en una posición adulta.
Por Esther Luis
Psicóloga. Especializada en Gestalt y Constelaciones Familiares.
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