Para mi el trabajo corporal ha significado recorrer un camino que nunca pensé.
Es un trabajo de amor a uno mismo y por tanto a la vida más allá de mí…
Hoy miro el cuerpo como una semilla, como un hogar, como una fuente y como un buen amante.
Somos también lo que no somos.
Y esta es la capacidad intrínseca de toda semilla…lo que puede llegar a ser.
Me gusta mirar así al cuerpo, reconocerlo como la semilla y a la vez flor y fruto, que es su esencia. Y valorar el poder de la transformación.
Si contemplo el cuerpo como una fuente, el trabajo corporal está al servicio de mantener la fuente abierta para poder fluir y permitir que los canales se limpien y toda la energía circule.
Cuando esto ocurre, nuestro ser devuelve y da a la vida lo que es de la vida: el ser espontáneo, creativo, libre, amoroso y feliz.
Y reconocer el cuerpo como casa, morada, el propio hogar.
Donde el secreto de una vida feliz es la invitación a :
¨Pasa, entra y ponte cómodo.¨
La educación al servicio del bienestar…porque si yo estoy a gusto, este es el mejor regalo que puedo ofrecerte, mi alegría y mi calor.
El calor que es la energía de la ternura y un buen lugar para sentir, aceptar y transformar.
Soy cada puerta y cada ventana.
Los cimientos y los muros.
El pasillo central y cada habitación.
Conocer mi casa y habitarla ha sido mi experiencia del trabajo corporal.
Reencontrar mi corazón y vivir en ella para ser el buen amante que disfruta del placer que brinda sentir la vida, venga como venga, abrazándola con amor.
Ser la semilla, ser el hogar, ser la fuente y ser la amante, que está siempre presente y predispuesta a respirar.
Trabajar desde el cuerpo es mover todo mi ser expresivo, mi alma y mi existencia.
Rosa Creixell
Autor foto: Rosa Creixell.