Descubriendo el verdadero potencial

30 enero 2025

“Conócete a ti mismo”, la máxima inscrita en el Templo de Apolo en Delfos, sigue vigente a lo largo de los siglos como un llamado al autodescubrimiento. 

El coaching es mucho más que una metodología de acompañamiento; es una forma de explorar, descubrir y conectar con nuestro verdadero SER. A veces, vivimos desconectados de nuestra esencia, actuando desde creencias limitantes o desde expectativas externas que nos alejan de quienes realmente somos. El coaching nos invita a conectar con nuestra propia esencia, reavivando aquello que nos hace únicos y potenciando nuestras capacidades para vivir de la manera que queremos.

Al hacernos conscientes de nuestro potencial, es altamente probable que abramos las puertas a una transformación personal profunda. Desde esta conexión, podemos comenzar a construir nuestra vida no desde lo que creemos que deberíamos ser, sino desde quienes realmente somos. El coaching, en esencia, podríamos decir que es el arte de acompañar a las personas en el viaje hacia su propia autenticidad. 

Coaching: del presente hacia el futuro

El coaching parte del presente para construir un futuro lo más alineado posible  con nuestra esencia. Esta es una de las principales distinciones con la psicoterapia que sí busca ahondar en las experiencias pasadas para buscar una sanación de estas.

El coaching trabaja desde un enfoque orientado a la acción: ayuda a las personas a conocer su potencial, identificar sus valores y transformar sus creencias limitantes. Una de las características esenciales  del coaching es su capacidad para crear un espacio seguro donde podemos explorar nuestras emociones, cuestionar nuestros pensamientos y redescubrir nuestro potencial. Este espacio, combinado con un clima de confianza y la escucha activa, es el punto de partida para una transformación profunda.

El coaching también es una herramienta poderosa para la manera de relacionarnos con nuestra propia vida, ya que no es raro que quienes comienzan este proceso, por lo general,  no solo transforman su manera de verse a sí mismos, sino también la forma en que actúan en el mundo. Desde este lugar, el coaching como herramienta de liderazgo cobra vida, ya que nos enseña a influir positivamente en nuestro entorno y en los demás.

Coaching como un arte: Soplar brasas

En su libro “El arte de soplar brasas”, Leonardo Wolk describe el coaching como la capacidad de avivar el fuego interno de las personas, ayudándoles a reconectarse con sus sueños, valores y propósito. Esta metáfora, para mí en lo personal captura la esencia del coaching y representa mucho mi experiencia como coach, ya que no se trata de encender algo nuevo, sino de avivar lo que ya está presente en el cliente. El cliente se conoce de toda la vida y es quién tiene sus propias respuestas, nosotros somos quienes lo acompañamos a avivar ese fuego nuevamente.

El coaching, en este sentido, es una danza entre emociones, cuerpo y mente, un espacio donde el aprendizaje y el cambio se entrelazan para crear algo nuevo. 

Conocer nuestras propias trampas

En un mundo donde las exigencias son cada vez mayores, en donde nos enseñaron a que ciertas formas de Ser son más valoradas que otras, donde nos educaron que “somos más queribles” si nos comportamos de una u otra manera, si pensamos así nos aceptarán más si pensamos de otra manera, es normal que hayamos fabricado una serie de máscaras, pensamientos, creencias y maneras de ver el mundo que no necesariamente son auténticas, son útiles,  ni están alineadas con nuestra esencia. Para llegar a nuestro verdadero potencial, es necesario también reconocer lo que nos limita a ser nosotros mismos. Esto implica identificar las creencias limitantes y los saboteadores que nos frenan el desarrollo normal de nuestro potencial. Estas creencias, muchas veces heredadas o arraigadas por experiencias pasadas, pueden distorsionar nuestra percepción de la realidad y de nosotros mismos. Como dice Byron Katie: “No somos nuestras creencias, pero actuamos como si lo fuéramos”.

El coaching nos invita a cuestionar estas creencias, desafiándonos con preguntas poderosas y un trabajo profundo de reflexión. Este proceso no solo nos da la posibilidad de  liberarnos de cadenas invisibles, sino que también nos da mayor claridad para actuar en función de lo que realmente valoramos y somos. Para ello es fundamental crear un espacio sagrado e íntimo de confianza para permitir un proceso de honestidad y transformación.

Cambio de observador, cambio con acciones

Uno de los desafíos  fundamentales del coaching es la posibilidad del cambio de observador. Cada uno de nosotros interpreta el mundo desde una subjetividad desde un lente único, como decía Humberto Maturana, existen tantas realidades como sistemas nerviosos”. Está única manera de ver el mundo está formado por nuestras experiencias, creencias y emociones, las cuales el coaching nos desafía a integrar otras perspectivas y  ampliar nuestra visión,  permitiéndonos ver nuevas posibilidades para nuestras vidas.

Al producirse este  cambio de observador, al ver otras perspectivas y abrir nuevas posibilidades, se generan instancias para desenvolverse de manera diferente, lo que  sumado a acciones concretas, hacen posible que esta  transformación sea más real.  En este punto, el coaching funciona como un puente entre la reflexión y el hacer. A través de planes de acción alineados con nuestros valores y objetivos, podemos construir una vida.

Construir desde quien somos

Al final, el coaching nos recuerda una verdad esencial: nuestra vida se construye desde quienes somos, no desde quienes creemos que deberíamos ser. En este camino, aprender a reconocer nuestra esencia, conectar con nuestras emociones y alinear nuestras acciones con nuestros valores nos permite vivir una vida más auténtica y satisfactoria.

Que no es coaching

Uno de los puntos más emblemáticos a aclarar es la distinción entre coaching y lo que no lo es. El coaching no es asesoramiento, mentoría ni terapia. A diferencia de estas disciplinas, el coaching no ofrece respuestas ni consejos directos; en su lugar, se enfoca en acompañar al individuo en un proceso de autodescubrimiento y empoderamiento personal. Tampoco se trata de imponer soluciones, sino de facilitar un espacio para que la persona identifique sus propios objetivos, explore alternativas y tome decisiones informadas. Esta distinción es clave para entender el verdadero valor del coaching como herramienta de desarrollo.

La importancia de profesionalizarse en el coaching

En un mundo en constante cambio, donde las personas buscan sentido y dirección, el coaching se ha convertido en una herramienta poderosa para acompañar procesos de transformación, lo que hace indispensable su profesionalización. Formarse en coaching garantiza un conocimiento sólido de metodologías y herramientas, respetando principios éticos y mejores prácticas.

Un coach profesional no solo actúa desde la intuición o experiencia, sino que fundamenta su trabajo en teorías probadas, modelos efectivos y habilidades que generan confianza y profesionalismo. Profesionalizarse no es solo un beneficio personal, sino una responsabilidad hacia quienes confían en el proceso. Ser un coach profesional implica compromiso con el crecimiento de otros y con una sociedad más consciente.

Elegir una formación rigurosa es clave para transformar el coaching en una práctica profesional sólida. Una buena formación enseña herramientas, gestiona distintas realidades (clientes particulares u organizaciones), y proporciona la estructura necesaria para construir una práctica sostenible y comprender cómo entrar en el mundo laboral.

Los diferentes tipos de coaching y su importancia

El coaching se adapta a diversas necesidades y contextos, ofreciendo diversos enfoques específicos como el coaching sistémico, el coaching de equipos.  Cada uno de ellos aporta herramientas únicas que enriquecen la práctica y amplían la capacidad del coach para acompañar procesos de transformación.

El coaching sistémico permite comprender las dinámicas y relaciones dentro de un sistema, ya sea una familia, un equipo o una organización. Este enfoque nos invita a mirar más allá de los individuos para explorar la complejidad de las interacciones, ofreciendo una perspectiva más profunda y holística. Por otro lado, el coaching de equipos se centra en potenciar la cohesión y efectividad grupal, ayudando a alcanzar objetivos colectivos mientras se fortalecen las relaciones y se fomenta la colaboración.

Formarse en estos enfoques no solo amplía las habilidades del coach, sino que también permite tener más perspectivas al momento de acompañar a diferentes procesos.

 

Tu decisión

¿Quieres ser parte de este viaje? Este año, atrévete a descubrir tu verdadero potencial y a transformar tu vida con el poder del coaching. Tu futuro comienza hoy.

“Un viaje de mil millas comienza con un solo paso”. (Lao Tse)

 

Formaciones relacionadas:

Formación en Coaching de Equipos

Álvaro Pérez Pooley

Coach ACC por ICF

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