Paisaje bonito emanando la tranquilidad que da la filosofía

Filosofía, hoy…¿Para qué?

19 abril 2018

Tal vez muchas personas contestarían a esta pregunta diciendo que lo que los filósofos piensan son generalmente ideas bastante extrañas, escritas la mayor parte de las veces en un lenguaje complejo y difícil, reservado para expertos y completamente alejado de los problemas y preocupaciones cotidianas del hombre normal y corriente. Quizás esas mismas personas opinen, en el mejor de los casos, que se trata de una manera elegante e ingeniosa de perder el tiempo en asuntos habitualmente inútiles, como una especie de entretenimiento mental para gente ociosa y con pocas preocupaciones materiales y cotidianas.

Frente a esa respuesta, quisiera reivindicar un papel destacado para la Filosofía en el momento actual y, especialmente, el valor que puede tener como guía y fuente de orientación vital y existencial. La figura del filósofo puede ser entendida también como la de un “profesional de la ayuda”, porque la práctica de la filosofía tiene una vertiente importante de refuerzo en los procesos de crecimiento y desarrollo humano (en muchas ocasiones en la historia las figuras del filósofo y del terapeuta han sido la misma). Estoy convencido de que la Filosofía, o por lo menos una manera determinada de concebirla, además de poder ser de gran ayuda en la vida cotidiana, puede contribuir a construir un mundo más consciente y, en consecuencia, más libre.

Hace más de treinta años que empecé a ejercer la docencia de Filosofía en el Bachillerato. Cuando unos años después conocí la Gestalt y, a través suyo, el complejo y rico mundo de la terapia, cambiaron muchas cosas en mi vida, y también cambió mi manera de ver a los filósofos que hasta entonces había estado explicando en clase. Se me hizo más claro entonces algo que tal vez no es sino una obviedad: que lo que decían esos filósofos era muchas veces la expresión de una sabiduría profundamente vital, que muchas veces sus ideas y reflexiones eran una invitación a transformar nuestras vidas, que la Filosofía, o por lo menos una parte importante de la misma, y la vida iban estrechamente unidas…que la mejor filosofía era en realidad una filosofía para la vida y una ayuda inestimable en el difícil arte de vivir.

Se me hizo patente también que muchos de los mejores filósofos han sido, a su manera, médicos del alma, tal como expresa la famosa frase atribuida a Epicuro, el gran pensador del siglo III aC. : “Vana es la palabra del filósofo si no sirve para aliviar los sufrimientos humanos”. Me di cuenta de qué manera la filosofía estaba vinculada al arte de vivir, y de que la filosofía puede ayudarnos a examinar nuestras vidas, a poner en cuestión nuestras creencias, y a adoptar nuevos puntos de vista tal vez más “saludables” para nosotros y para nuestro entorno.

Vi claro también que la práctica de la reflexión filosófica supone un excelente ejercicio de flexibilidad mental, al obligarnos a ver las mismas cosas y los mismos asuntos fundamentales de nuestra existencia desde puntos de vista distintos. El desarrollo personal es, muchas veces, un ejercicio de exploración de lo nuevo, en cuanto que lo viejo y conocido ya no sirve para una vida más plena y satisfactoria.

Creo firmemente, en definitiva, que la Filosofía nos ofrece guía y orientación vital ante determinadas situaciones existenciales especialmente comprometidas, en forma de reflexiones filosóficas que pueden iluminar nuestro camino, aplicadas eso sí, no a la discusión de problemas abstractos, sino a la problemática concreta y particular de cada persona.

Sergio Forgas, terapeuta Gestalt y filósofo asesor

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