El yoga, disciplina milenaria de la India, es una terapia de autorregulación del todos los sistemas de la persona, ayudándole en los conflictos y dificultades que se le presentan en la vida. Las asanas, acompañadas de la respiración que realizamos de manera consciente en una sesión de yoga, transforman actitudes mentales e integran emociones. Cuerpo y mente van de la mano y se influyen.
El Dr. van der Kolk, en su libro sobre el trauma, “El cuerpo lleva la cuenta”, dice: “La investigación neurocientífica ha demostrado que la única forma de cambiar cómo nos sentimos es siendo conscientes de nuestra experiencia interior y aprendiendo a ser amigos de lo que sucede en nuestro interior” (pág. 233).
El cuerpo nos guía. Y acostumbro a comparar las asanas a circunstancias de la vida.
Me voy a centrar en los 4 movimientos de la columna, para desarrollar mi teoría sobre la influencia que tienen las asanas en el amplio abanico de la psique de las personas:
En las asanas de EXTENSIÓN realizamos un arco hacia atrás de la columna, abriendo la parte anterior del cuerpo y exponiendo al mundo nuestros órganos vitales, lo cual nos conecta con la vulnerabilidad.
Desarrolla una actitud de valentía y coraje, de apertura y expansión, de anhelo y todo lo que se deriva de ello. Es un antídoto al miedo.
En la FLEXIÓN el cuerpo adopta la postura opuesta, se inclina hacia adelante, los órganos vitales se protegen.
Nos facilita la entrega a lo que es y la rendición del exceso de importancia personal, rebaja las pretensiones que tenemos acerca de los demás, de nosotros mismos o de la vida, que son fuente de sufrimiento. Invita al recogimiento regulando el exceso de estar hacia afuera. Aporta descanso.
En la LATERALIZACIÓN la columna se inclina hacia un costado, dejándolo recogido mientras el opuesto se abre.
Esta postura incide sobre la estabilidad de las emociones, encontrando el eje que las sostiene. Equilibramos así los aspectos opuestos o polares que vivimos, aprendemos a estar con ellos. Sin dicho eje, las emociones nos bambolean.
La TORSIÓN consiste en girar la columna sobre si misma, haciendo que la cadera gire hacia un lado y la cabeza hacia el otro.
A la TORSIÓN siempre la he llamado “postura terapéutica”. He comprobado que equilibra nuestros estados emocionales perturbados.
Me explico, a veces uno se tuerce, se pone a contracorriente con la vida y sus situaciones, en vez de alinearse, lo cual requiere de un gran despliegue de energía que nos estanca e incapacita para resolver.
La torsión pone coherencia entre el cuerpo y la mente, desbloquea la resistencia y restablece el flujo con la vida.
Cuenta la sabiduría de la India que nos recorren tres tipos de energías que constituyen la totalidad de cómo somos en función de cómo estas se organizan:
- La energía de impulso o de acción, energía Yang según la medicina china.
- Energía de inercia, pesadez Yin para los chinos.
- Paz interior, resultado del equilibrio de las dos anteriores en todos nuestros aspectos.
El objetivo del yoga es Satva y se alcanza con Raja y Tama.
Y eso es todo, una pincelada para reflejar cómo entiendo el yoga, cómo lo practico y cómo lo enseño.
Texto de Ana Bernáldez, profesora de yoga y terapeuta Gestalt.