¿Problemas de empresa? Soluciones estratégicas

¿Problemas de empresa? Soluciones estratégicas

24 octubre 2024

Si consideramos la definición más común de «empresa» como una «organización o institución dedicada a la producción o prestación de bienes o servicios demandados por los consumidores, obteniendo de esta actividad un beneficio económico», es probable que estemos pasando por alto dos conceptos esenciales: la durabilidad y el factor humano. Ante los desafíos que enfrentan las empresas hoy en día, es fundamental plantearse: ¿cómo podemos encontrar soluciones estratégicas para estos problemas? Estos dos elementos son clave para comprender no solo el funcionamiento de las organizaciones, sino también su capacidad para adaptarse y prosperar en un entorno competitivo y en constante evolución.

 

Durabilidad

Una empresa para ser considerada como tal debe tener la finalidad de permanecer en el tiempo, en un contexto de mercado cada vez más selectivo y siempre en constante cambio.

Por lo tanto, una característica básica de la empresa es la mentalidad de crecimiento, una proyección de futuro basada en un conocimiento riguroso del medio. No hablamos de profetas y visionarios, sino de una serie de competencias como la flexibilidad y la resiliencia que permita la toma de decisiones basadas en datos: una visión panorámica (sistémica) que aumente las posibilidades de elección y no provoque resultados tan nefastos como la anécdota que cuenta Robert Greene en su libro Las leyes de la naturaleza humana que dice:

«En la India del siglo XIX, bajo el régimen colonial británico, las autoridades decidieron que había demasiadas cobras venenosas en las calles  de Dehli, lo que incomodaba a los residentes británicos y sus familias. Para resolver esta cuestión, ofrecieron una recompensa por cada cobra muerta que los nativos entregaran. Pronto, emprendedores lugareños se pusieron a criar cobras para ganarse la vida con el botín. El gobierno los descubrió y canceló el programa. Molestos con los gobernantes y sus acciones, los criadores soltaron las cobras en las calles, con lo que triplicaron su población en comparación con la previa al programa».

La idea del gobierno británico era absolutamente lógica y razonable ¿por qué falló? Por no tener en cuenta el contexto y lo que hemos querido llamar el factor humano que se mueve con otras lógicas además de la lógica racional.

Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que mejor se adaptan al medio[1] ¿qué significa esto? Que la dirección de una empresa debe definirse, además de por las destrezas o conocimientos específicos y necesarios para llevar a cabo un proyecto, y por las competencias que garantizan que el proyecto se lleve a cabo de forma exitosa, es decir, el cómo, la flexibilidad para adaptarse al medio es una constante en la perdurabilidad de una empresa.

 

El factor humano

Las personas que dirigen y componen el capital humano de la empresa, llamadas a desarrollar, mejorar, innovar e integrar todos los elementos que componen la institución, deben desempeñar la función de gestores de conflictos y, especialmente, catalizadores del cambio. Deben contar con una eficaz capacidad de influencia para saber gestionar susceptibilidades, vulnerabilidades, motivación, productividad, identificación de talentos y potencialidades, con el fin de asegurar bienestar, inclusión y diversidad de todos los miembros.

  • ¿Qué es una empresa si contemplamos el factor humano en la definición?

Pues podríamos definirla como un microcosmo que reproduce exactamente la dinámica universal del comportamiento humano, con objetivos que conseguir, problemas que resolver y retos que afrontar.

  • ¿Los seres humanos somos más racionales o más emocionales?

Los seres humanos somos racionales y emocionales y sociales y culturales y relacionales y… y todas estas características vienen de serie, forman parte intrínseca de nuestra especie, por lo que todas y cada una se manifiestan en absolutamente todas las situaciones de nuestra vida, en todos los ámbitos, también en el profesional.

Si fuéramos más racionales, todas nuestras ideas, nuestras reacciones y nuestras decisiones serían compartidas de forma mayoritaria por los demás, que también serían más racionales ¿es así? Es obvio que esto no ocurre siempre, es más, no ocurre casi nunca. Y no se trata de que no seamos racionales, sino que la lógica racional no es omnicomprensiva de la naturaleza humana, es decir, la lógica racional difícilmente pueda explicar todas las experiencias humanas. Como dice el Dr. López Rosetti[2], «Las decisiones que tomamos en la vida están guiadas por las emociones. En palabras sencillas, el corazón decide y la razón justifica […] Somos seres emocionales que razonan».

La intervención estratégica en la empresa

El enfoque estratégico de resolución de problemas en empresas ha construido un modelo de intervención que se ha mostrado eficaz y eficiente en diseñar y aplicar soluciones en diferentes sistemas humanos, entre ellos la empresa.

Como cualquier otro enfoque, el modelo estratégico cuenta con su propia metodología de análisis e intervención, así como lo que se conoce en el mundo científico como reductores de complejidad, ya que como la ciencia ha determinado, no existe una teoría o filosofía que pueda incluir todas las variables presentes en cualquier vivencia, experiencia o situación concreta.

Ante un conflicto o situación problemática, todos los sistemas (ya sea individuo, pareja, grupo, colectivo, institución o empresa) ponen en marcha una serie de intentos de solución considerados adecuados para generar un cambio que modifique y resuelva el status quo problemático. Estos intentos de solución pueden resolver el problema y alcanzar la funcionalidad deseada; pero, en ocasiones, no muestran cambios positivos y la tendencia más universal es la de seguir haciendo más de lo mismo, al considerar que nuestro intento de solución sigue siendo el más adecuado, porque estas modalidades de pensar, gestionar y relacionarse en algunos momentos han servido y resuelto problemas que percibimos como similares, pero que con el tiempo se han convertido en patrones de comportamiento redundantes y rígidos que se disparan por inercia y que siguen utilizándose incluso en las situaciones en las que no obtienen los cambios esperados.

Pensemos, por ejemplo, en un directivo con dificultades para delegar en su equipo, que tiene que revisar, concienzudamente y en primera persona, todo el trabajo realizado en su departamento por él mismo o por cualquiera de sus colaboradores. Esto implica un número de horas de trabajo muy superior al esperado, con el consiguiente cansancio personal,  y con el tiempo supone un enlentecimiento del flujo productivo con la lógica intervención de sus superiores, que ante este «exceso» de trabajo deciden instar al directivo a delegar parte de sus tareas en sus colaboradores y contratar a un adjunto que lo libere de algunas tareas y agilice la producción. El problema no solo no se resolvió, sino que se complicó más al introducir un elemento más a quien revisar y las continuas «charlas motivadoras» sobre la necesidad de delegar, cada vez más frecuentes, supusieron un cambio, es cierto, pero un cambio en negativo, porque todo el tiempo que ocupaban se le restaban al directivo de las horas «necesarias» para revisar el trabajo. Desde un punto de vista estrictamente formal, nadie puede objetar nada a la buena intención de la empresa ni a su lógica racional: simplemente no se consiguió el cambio deseado.

 

El enfoque estratégico construye una intervención hacia el cambio deseado a través de dos líneas interdependientes:

En primer lugar, la definición concreta del problema, que desde nuestra perspectiva no requiere la búsqueda de los porqués (que irremediablemente nos empujan al pasado y a la búsqueda de culpables), sino el conocimiento profundo y riguroso del funcionamiento del problema aquí y ahora, que nos permita establecer un objetivo que alcanzar y nos acerque a desarrollar soluciones alternativas a las que tanto nosotros como el entorno han puesto en práctica y no han funcionado. Y en segundo lugar, pero no por ello menos importante, la creación de un contexto de cambio mediante el uso de una comunicación idónea que facilite la implementación de estrategias creadas específicamente para cada situación que haga que el cambio no sea solo posible, sino irremediable.

 

[1] Frase atribuida a Charles Darwin

[2] Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Autor de Emoción y sentimientos (Ed. Planeta, 2017), Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario. (Ed. Planeta, 2019), entre otros.

 

Santi Olmo

Psicólogo, Máster en Terapia Breve Estratégica por CTS-Arezzo. Formado en Terapia Centrada en Soluciones con Matthew Selekman, Bill O’Hanlon y Mark Beyebach. Formado también en Terapia Gestalt y Practitioner en Programación Neurolingüística.

Adela Resurrección

Filóloga-lingüista. Máster en Terapia Breve Estratégica (CTS Arezzo). Formada en Terapia Centrada en Soluciones con Matthew Selekman, Bill O’Hanlon y Mark Beyebach. También formada en Terapia Gestalt.

 

Formaciones relacionadas:

Máster en Comunicación y Terapia Estratégica (presencial/online)

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