La resolución de problemas desde el enfoque estratégico
Tradicionalmente, se ha definido el modelo estratégico como «el arte de resolver problemas humanos complicados con maniobras aparentemente simples en el menor tiempo y con el menor esfuerzo posible». Sin embargo, esta definición, aunque ilustrativa, no logra capturar la eficacia que una intervención estratégica bien estructurada puede demostrar en la resolución de problemas humanos. Tampoco refleja la riqueza de técnicas y tácticas diseñadas, elaboradas y específicamente adaptadas para cada caso, siguiendo un enfoque lógico y estratégico.
Aunque a lo largo de la historia, la humanidad ha tenido que desarrollar estrategias para solucionar problemas, la formalización del modelo estratégico comenzó en la década de los sesenta del siglo XX. Este enfoque se nutrió de diversas fuentes, incluyendo los modelos de resolución de problemas, la teoría general de sistemas, la cibernética, el constructivismo, la Escuela de Palo Alto, las contribuciones de Milton Erickson, la terapia centrada en soluciones de la Escuela de Milwaukee y las distintas corrientes europeas de terapia sistémica y estratégica.
Hoy en día, el modelo estratégico es ampliamente reconocido por su versatilidad y su capacidad para impulsar cambios eficaces en situaciones problemáticas de carácter humano. Aunque la terapia estratégica puede ser su aplicación más conocida, es importante destacar que no se limita exclusivamente al ámbito clínico o terapéutico. Este enfoque lógico es igualmente aplicable a diversas situaciones humanas. Por esta razón, ha demostrado ser exitoso en campos como el coaching estratégico, tanto a nivel personal como en equipos, así como en la asesoría y supervisión de procesos de cambio.
Características del enfoque estratégico
- En primer lugar, conviene destacar que el enfoque estratégico se caracteriza por ser eminentemente pragmático, es decir, que se dirige a las consecuencias prácticas del pensamiento (no a la mera teoría) y a su eficacia y valor para la vida. Es decir, provocar un cambio en la dirección deseada, desatascando una situación que nos paraliza. Para ilustrarlo, se puede considerar el ejemplo de un pinchazo en la autopista: en esta situación podemos bajarnos, mirar la rueda, encontrar el clavo, averiguar quién lo fabricó, quién lo trajo hasta aquí, estudiar la trayectoria exacta que nos ha traído a este punto, la fricción del asfalto, la resistencia del aire… pero hasta que uno no cambia la rueda, no puede seguir: el enfoque estratégico «cambia “ruedas”», estudia los elementos que puedan servir de palanca para cambiar la situación y lo lleva a la práctica, teniendo siempre en cuenta los recursos con los que contamos. Y teniendo, como criterio principal la eficacia y la eficiencia, es decir, conseguir el cambio deseado de una forma eficaz, pero también eficiente, esto es: en el menor tiempo y con el menor esfuerzo posible.
- Asimismo, el modelo de intervención estratégico tiene como objetivo prioritario la funcionalidad, ya que los problemas humanos son mayoritariamente situaciones disfuncionales en nuestra vida. Esto implica un alejamiento de la concepción tradicional de lo sano o patológico, lo bueno o malo, lo normal o anormal, en pos de una funcionalidad, de un equilibrio que llamamos funcional. Aquí podríamos poner multitud de ejemplos de la vida cotidiana, ¿por qué la misma situación es un problema para una persona, pero no para otra? ¿a qué hora debe acostarse un niño de 4 años? ¿Cuántas veces es normal llamar a cenar a un adolescente? Seguro que encontramos en este grupo multitud de respuestas ¿cómo se explica? ¿por qué para unos padres lo “normal” serían las ocho y media, y para otros las nueve y media está bien? Simplemente, porque ambos horarios son funcionales en sus respectivas familias. ¿Tienen un problema las personas que no lloran nunca? ¿y los que lloran con facilidad? ¿podemos llegar a saber qué es lo normal, lo sano? El enfoque estratégico busca la funcionalidad, es decir, la situación que cada persona, cada familia, cada sistema humano, vive con fluidez, sin considerarlo como un problema.
- La piedra angular de la intervención estratégica: las soluciones intentadas disfuncionales. El constructo de “soluciones intentadas” se refiere a las estrategias que la persona o el sistema pone en práctica ante un problema o dificultad con la intención de resolverlo, pero que no consiguen el cambio deseado. La tendencia a utilizar estrategias que, en el curso de nuestra vida, han resultado las más funcionales, en virtud de su continua repetición y a su inicial eficacia, se convierten gradualmente en nuestro modelo predominante de actuación frente a la realidad, estructurándose como auténticos guiones recurrentes que utilizamos, aunque no consigan los objetivos. Desde un punto de vista estratégico, para cambiar una situación problemática o de dificultad no es necesario conocer el «por qué» y las causas, sino que la intervención se centra en analizar cómo determinada situación se mantiene en el presente. Si tomamos un sistema humano, de todas las experiencias, malestares, síntomas, alegría, emociones… el enfoque estratégico, de forma voluntaria, no escarba en la historia pasada, sino que mira aquí y ahora, individualizando en este sistema sólo las secuencias reiteradas entre las soluciones intentadas y la persistencia del problema. El modelo estratégico se centra en lo que las personas y su entorno han hecho y hacen para resolver los problemas, cómo se relacionan con su problema, cómo perciben su situación, identificando los intentos de solución fracasados y los que han tenido éxito, para después intervenir modificando los primeros o potenciando los segundos. Por tanto, un reductor de complejidad es la identificación y análisis de todas las soluciones intentadas disfuncionales llevadas a cabo para resolver el problema, porque, en la mayoría de los casos, son las que alimentan el problema y lo mantienen. Por este motivo, desde el inicio de la intervención, un terapeuta estratégico se focaliza en romper el círculo vicioso establecido entre las soluciones intentadas disfuncionales realizadas por la persona y su entorno para resolver su problema y el mantenimiento del problema. La intervención estratégica se centra en el aquí y ahora, en el funcionamiento del problema más que en por qué existe, con el objetivo de interrumpir el círculo vicioso.
- Prioridad de la acción. La acción para el cambio es lo primero que debe plantearse la persona estratégica. Mover a la persona de su lugar lo hará sentir y pensar distinto. No es un enfoque basado en la comprensión. Ninguna intervención puede considerarse válida si solo hace «comprender» a una persona sus problemas sin haberlo ayudado para cambiarlos.
El triple eje estratégico
Desde nuestra perspectiva, «hablar de comunicación supone acercarse al mundo de las relaciones humanas, de los vínculos establecidos y por establecer, de los diálogos hechos conflicto y de los monólogos que algún día pueden devenir diálogos. La comunicación es la base de la interacción social, y como tal, es el principio básico de la sociedad, su esencia. Sin comunicación no puede hablarse de sistema social (Niklas Luhmann)». Por tanto, comunicación y relación están estrecha e indisolublemente relacionadas, ya que toda actitud tiene un valor comunicativo. La comunicación se produce cuando dos personas están en “situación de relación”.
En este marco comunicativo-relacional, se utilizan las estrategias necesarias para provocar el cambio deseado, utilizando la misma lógica que subyace al problema que queremos resolver, mediante la creación de situaciones casuales programadas, que van a provocar una experiencia emocional correctiva, para que, finalmente, cambie la cognición.
Herramientas, técnicas y recursos para la excelencia comunicativa
El modelo estratégico se caracteriza por utilizar un tipo de comunicación persuasiva/inductiva que se ha demostrado efectiva en la consecución del cambio deseado. De hecho, si «todo comunica», como reza el primer axioma de la comunicación humana, la comunicación parece ser la única herramienta de un agente de cambio para ayudar a las personas a conseguir sus objetivos o, en general, a cualquier persona que quiera mejorar la relación consigo misma, con los demás y con el mundo.
Mi compañero, Santi Olmo (al que podéis ver en el primer vídeo), con quien comparto desde la primera edición hace ya 12 años el Máster en Comunicación y Terapia Estratégica, tiene una frase que evidencia la importancia de la comunicación en nuestra labor de ayuda: «la excelencia terapéutica empieza y termina en la excelencia comunicativa».
Adela Resurrección
Filóloga-lingüista. Máster en Terapia Breve Estratégica (CTS Arezzo). Formada en Terapia Centrada en Soluciones con Matthew Selekman, Bill O’Hanlon y Mark Beyebach. También formada en Terapia Gestalt.