¿Qué es la adolescencia?
En los últimos tiempos, las noticias relacionadas con pre-adolescentes y adolescentes no son nada halagüeñas, más bien son preocupantes y nos están llevando a reflexionar sobre qué y cómo podemos educarlos de una forma que les resulte atractiva y les proporcione herramientas para esa etapa de la vida que se caracteriza, entre otros fenómenos, por la dificultad en reconocerse.
Jaume Funes, psicólogo y experto en la adolescencia, ha expresado en múltiples ocasiones, ya sea en sus charlas, a través de sus libros o en mis experiencias como su alumno, una idea fundamental: no existe un único concepto de “adolescencia” lo que hay son múltiples “adolescencias”, y por aquí empezamos a descubrir o a prepararnos para otro tipo de camino, el de la individualización. En otras palabras, al interactuar con, acompañar y educar a los adolescentes, debemos considerarlos como individuos completos, con sus propias singularidades, a la vez que reconocemos ciertos patrones comunes que caracterizan su desarrollo en esta etapa. Cada uno de ellos merece ser visto como una entidad en proceso de formación, atravesando un período vital trascendental mientras construyen su propia identidad.
La adolescencia se caracteriza por ser una etapa vital en la que necesitamos más el grupo de iguales, y en la cual experimentamos cambios físicos y psicológicos significativos. Durante este período, mientras las hormonas están trabajando a pleno rendimiento, consolidamos y damos forma a las primeras bases del futuro adulto que seremos. Sin embargo, es importante recordar que la “adolescencia” como etapa vital es una construcción del primer mundo (o mundo desarrollado) y es un fenómeno relativamente reciente, aparece como término a primeros del siglo XX y se consolida con la consecución y fortalecimiento de los derechos de los trabajadores. Por tanto, estamos hablando de un fenómeno complejo a nivel corporal, reciente, históricamente hablando y que se ajustará a cada momento social, por tanto, es un fenómeno biológico, social y cultural.
Desde una perspectiva sistémica, la educación de un pre-adolescente o adolescente comienza desde el momento de su concepción e incluso antes. Es más, en Pedagogía Sistémica, se argumenta que debemos ampliar nuestra comprensión de los fenómenos. ¿Comienza la vida cuando dos personas conciben un hijo o cuando hacen planes para traerlo al mundo? Con esta mirada, refrendada en estos tiempos por la Neurociencia, el momento de la concepción, embarazo, primera crianza influye de manera determinante en cómo afrontamos la vida, en cómo vemos y valoramos la vida. En “Morir antes del suicidio” Francisco Villar (Editorial Herder, 2023) nos pone algún ejemplo de personas que tuvieron un inicio de vida difícil, y esa misma dificultad les lleva al enfado y a dificultades en tomar la vida, y los padres somos los receptores de ese enfado, que tenemos que aceptar, contener y dar espacio para transmitir la seguridad que necesitan los adolescentes en estos casos.
Conductas pre-adolescentes
La tasa de suicidios en adolescentes ha aumentado en más de un 32% entre 2019 y 2021, no parece que sea efecto de la pandemia, porque los datos ya se venían reflejando como preocupantes desde antes. De hecho, el suicidio es la primera causa de muerte en jóvenes de entre 12 y 29 años de edad. Y el dato más escalofriante nos lo muestra nuevamente Francisco Villar en el libro citado anteriormente, por cada suicidio consumado hay entre 100 y 200 intentos frustrados que no han llegado a cumplir el objetivo. Son muchos ya, los medios de comunicación consternados por esta realidad que han acabado convirtiendo la adolescencia y la educación en un objeto de debate fundamental. ¿Qué tenemos que hacer con los adolescentes? ¿Cómo les tenemos que educar? Sin embargo, cuando algunos expertos se adentran en estas cuestiones, se plantean qué aspectos estamos pasando por alto en nuestra relación con los adolescentes y qué mensajes les estamos transmitiendo.
Por ejemplo, actualmente tenemos la controversia entre dejar o prohibir/limitar el uso de dispositivos móviles en ciertas franjas de edad y en determinados espacios. Algunos abogan por educar a los jóvenes sobre el uso adecuado de los dispositivos móviles, pero surge la pregunta de si los padres, que a menudo también están igualmente conectados a sus propios dispositivos, pueden llevar a cabo esta tarea de manera efectiva. Además, el hecho de que los adolescentes tengan un acceso directo a la red, implica que están expuestos a contenido para adultos desde una edad muy temprana, lo que suscita preguntas sobre cómo estas representaciones pueden impactarles e influir en sus relaciones sexoafectivas. Por otro lado, existe un grupo que aboga por limitar o incluso prohibir el acceso a dispositivos móviles hasta cierta edad. Aunque hay iniciativas en el ámbito escolar, los departamentos de educación y las administraciones no se han pronunciado de manera clara sobre este tema. Mientras tanto, las noticias sobre violencia hacia mujeres y chicas, incluso a edades tempranas, y el preocupante fenómeno de la violencia sexual grupal, parecen estar en aumento.
¿Cómo acompañar y educar a los adolescentes?
Es evidente que se requiere una regulación en el uso de dispositivos móviles entre los adolescentes, pero también debemos enfocarnos en la educación para promover hábitos saludables, como la limitación del consumo de alcohol y tabaco, así como la prevención del consumo de drogas. La adicción al móvil, considerado el producto más adictivo, plantea la pregunta de si podemos enseñar a los adolescentes a utilizarlo de manera responsable, dado que los adultos, según un estudio, consultan sus dispositivos cada seis minutos.
También es importante fomentar el hábito del sueño entre los pre-adolescentes y adolescentes, y reconsiderar la estructura actual de los horarios escolares. La neurociencia sugiere que la liberación de melatonina, la hormona que induce el sueño, alcanza niveles más altos y se produce más tarde en la adolescencia, lo que podría explicar por qué la activación cognitiva se retrasa por la mañana. Por tanto, es necesario replantear el horario de inicio de las clases en los institutos para garantizar que los estudiantes reciban las nueve horas de sueño que se consideran necesarias en esta franja de edad.
Jaume Funes, en su libro “Quiéreme cuando menos lo merezco… porque es cuando más lo necesito”, destaca cinco verbos que debemos aprender para comprender a los adolescentes: mirar, ver, observar, escuchar y preguntar. Yo añadiría un sexto verbo: “interesar”. Debemos mostrar interés por sus pasatiempos, música, hobbies, películas y su forma de ver y vivir la vida, con tiempo y sobre todo sin juicio.
En Pedagogía Sistémica, trabajamos en profundidad nuestros sistemas de origen, de dónde venimos y de la forma que hemos llegado para dotarnos de la fuerza y los valores necesarios para una vida más humana, y emocionalmente sana. Ponemos conciencia en nuestros procesos para poder acompañar en los procesos de las personas con las que trabajamos, y así promover formas de relación que estén construidas desde el respeto, por uno mismo y por los demás. También nos sirve para ver los límites de nuestro acompañamiento y evitar en la medida de lo posible el agotamiento profesional. En el caso de acompañamiento a pre-adolescentes y adolescentes es importante tener presente nuestras fuerzas y también reconocer los límites.
Jordi Usurriaga Safont
Educador Social. Formado en Constelaciones Familiares, Constelaciones organizacionales, Salud sistémica, Terapia Gestalt, Psicología de los Eneatipos de Claudio Naranjo, Practitioner en PNL, Teatro terapéutico. Docente y terapeuta del Institut Gestalt.
[1]Ver “Neuromitos en educación. El aprendizaje desde la neurociencia (2015). Capítulo 9, El sueño: una dulce necesidad cerebral”. AAVV Plataforma Editorial
[2]Funes, Jaume (2018) “Quiéreme cuando menos me lo merezco…porque es cuando más lo necesito. Una guía para padres i maestros de adolescentes.” Columna Edicions.
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