Vivimos en una sociedad productiva que nos aleja y nos desconecta de nosotros/as mismos/as y de nuestros cuerpos. Una situación donde se puede ver una pista de ello es cuando nos tenemos que presentar ante una persona o grupo de personas. En estas ocasiones a menudo nombramos a qué nos dedicamos profesionalmente, dónde vivimos, qué aficiones tenemos… pero raramente hablamos de cómo nos sentimos, de cómo está nuestro cuerpo esta mañana o de qué estamos necesitando.
Como seres humanos, tenemos la capacidad de percibirnos y escucharnos por naturaleza. El hecho de percibir lo que sucede (a nivel físico, emocional o cognitivo) a través del sistema sensorial del cuerpo es una necesidad biológica que responde al instinto de supervivencia. A medida que desarrollamos esta percepción vamos adquiriendo también la autoconciencia corporal. Cuando crecemos, vivimos ciertas experiencias condicionadas por el ambiente que coarten nuestra autoescucha y nuestra propia autorregulación, de tal modo que la capacidad de estar en contacto con lo que me pasa y darme lo que necesito se ve reducida.
A través de la terapia corporal encontramos una vía de entrada para escucharnos a nosotros/as mismos/as y recuperar esta capacidad de percibir que nos es genuina.
Entendemos la terapia corporal como una forma holística de trabajo terapéutico, en la que el cuerpo nos guía y nos ayuda a entrar en la experiencia, sin dejar de lado la parte mental y la parte cognitiva. Tenemos en cuenta cuerpo, mente y emoción.
¿Cómo nos desconectamos del cuerpo?
Todo lo que vivimos lo vivimos en nuestro cuerpo. Éste es mapa y contenedor de todas nuestras experiencias y vivencias. Es obvio que sin un cuerpo no somos, no existimos. Entonces, ¿cómo puede ser que vivamos tan desconectados/as de nuestros cuerpos?
Como nombrábamos en la introducción, por un lado, tiene que ver con el contexto de la sociedad patriarcal en la que vivimos, donde prima la producción y el intelecto por encima de la escucha de las propias necesidades, de la autorregulación y del placer.
Esta desconexión a menudo tiene implicaciones negativas en nosotros/as como, por ejemplo, estados depresivos, de estrés y ansiedad, insomnio, dificultad para vivir el placer, ciertas enfermedades, dolores o incluso somatizaciones físicas.
Por otro lado, Wilhem Reich -médico, psicoanalista y discípulo de Freud- observó que tenemos unas corazas o bloqueos musculares. Éstas se forman durante nuestra evolución, especialmente los primeros años de vida, para defendernos del dolor y de la frustración y se pueden ver claramente reflejadas en el cuerpo y en su postura. El conjunto de estas corazas musculares es lo que Reich denomina el carácter.
Como dice Vicenzo Rossi (2006) “La postura denunciará mis carencias y manifestará mis potencialidades: es el resultado ideal, perfecto, de la habilidad de haber creado un instrumento adecuado para la vida. (…) Es siempre el producto de una respuesta creativa ante las circunstancias, a menudo adversas, que la vida nos ha llevado a tener que enfrentar.”
Es decir, vivimos un seguido de frustraciones y traumas que nos llevan a configurar estas corazas y a fijarlas en el cuerpo de manera inconsciente. Estas nos van configurando nuestra manera creativa de vivir en el mundo y a la vez nos van alejando de la sensación sentida.
¿Para qué escuchar al cuerpo?
Ahora, como adultos/as, estas corazas, bloqueos o tensiones nos siguen sirviendo en algunos momentos para defendernos y cuidarnos de vivir de nuevo el dolor y la frustración. A la vez configuran una estructura que es realmente rígida y que nos lleva a funcionar siempre de la misma manera, privándonos así de la libertad de actuar según podríamos necesitar realmente. Es por esto que en ocasiones podemos percibir esta estructura como una jaula.
Es a través de la toma de conciencia de mi cuerpo y de mi sensación sentida cuando puedo abordar las tensiones y deshacer los bloqueos. A menudo, cuando podemos deshacer estas corazas, se liberan también las emociones reprimidas. De esta forma, el cuerpo se puede autorregular y volver a su estado de homeostasis, siendo así también más accesible a vivir la relajación y el placer.
El cuerpo es sabio y cuando estamos en su escucha podemos ver que siempre busca el camino de la sanación. Es una vía directa a la verdad interna, sin rodeos.
¿Cómo escuchar al cuerpo?
Si partimos de la lógica que no estamos acostumbrados/as y apenas nos enseñan a escuchar y a atender al cuerpo, ¿por dónde empezamos?
La terapia corporal es un bálsamo para entrar de una manera amable a escucharnos a nosotros/as mismos/as y al propio cuerpo. No sólo eso, sino que con las distintas técnicas lo que buscamos es flexibilizar estas corazas, aflojar la musculatura y darle espacio con la respiración. Así tomamos consciencia de nuestros bloqueos y vamos poniéndonos cada vez más en contacto con la energía vital que nos es genuina. Buscamos que esta energía pueda circular de manera más fluida.
Cuanto más movemos el cuerpo, éste se vuelve más disponible al movimiento, a la flexibilidad, al cambio y a la posibilidad de gozar de nuevos recursos vitales. De esta manera salimos de los antiguos circuitos conocidos y construidos con el carácter. Así pues, si vamos experimentando este cambio interno, expresando creativamente y explorando nuevos caminos, vamos a ir modificando nuestra postura y nuestro cuerpo para que esté disponible para responder a los nuevos retos que implica una vida más plena. Siempre entendiendo que el cambio es para sumar, para enriquecernos y ampliar nuestra capacidad de acción en el mundo, y no para renunciar o mutilar partes nuestras. De esta manera se va haciendo evidente cómo la postura corporal tiene sus aspectos psíquicos correspondientes. Cuando movemos el cuerpo, movemos también las ideas y las emociones.
Conclusiones
Todo lo que nos ocurre lo vivimos en el cuerpo. Cuanta más conciencia tenemos de éste, más podemos liberarnos de las tensiones y emociones reprimidas y vivir de forma más sana y con una vida más plena.
Con todo lo nombrado, señalamos la importancia de cultivar una relación de atención y de autocuidado con el propio cuerpo. Algunas de las formaciones que impartimos en Institut Gestalt que pueden ayudarte a conectar más con tus cuerpo y emociones son la Formación en Terapia Corporal y Movimiento y la Formación de Sexualidad Femenina:”Nacidas para el placer”.
Artículo escrito por Anna de Palol
Psicóloga general sanitaria. Terapeuta Gestalt y terapeuta corporal. Formada en Trabajo con sueños, Brainspotting y Psicoterapia Integrativa en el programa SAT. Miembro titular de la AETG.
Bibliografía
Rossi, V. (2006). La vida en movimiento: El sistema Río Abierto. Buenos Aires: Kier