Aunque el modelo estratégico cuenta ya con más de medio siglo de experiencia, sigue siendo una línea terapéutica bastante desconocida a nivel general, a pesar de los óptimos resultados obtenidos, especialmente en la terapia para vencer miedos y fobias.
El modelo nace a principios de los años 70 en el Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto en California a partir de tres fuentes principales: el modelo familiar sistémico, la epistemología constructivista y el trabajo clínico de Milton Erickson. Fue evolucionando de forma gradual y paulatinamente se configuró en varias líneas de intervención (la terapia breve de resolución de problemas; la terapia breve centrada en soluciones, entres otras).
Cuando los miedos y fobias son un problema
La piedra angular del modelo estratégico son las «soluciones intentadas disfuncionales». En otras palabras, todos tenemos modalidades de percibir y reaccionar ante la realidad, modalidades que se convierten en redundantes en la relación de cada persona consigo misma, con los demás y con el mundo. Se considera que cualquier intento de solución reiterado que no resuelve el problema lo complica y lo mantiene en el tiempo, configurando una modalidad redundante de percibir la relación con la realidad y de reaccionar ante ella con «soluciones intentadas disfuncionales»[1] que generan el círculo vicioso que mantiene el problema.
Terapia estratégica para vencer miedos y fobias
La terapia breve estratégica trata de resolver los problemas humanos lo antes posible y de la manera más eficaz y eficiente, y que la persona sufra lo menos posible y con el mínimo esfuerzo. Para ello trabaja con la persona en la manifestación de su problema «aquí y ahora», frente a otros modelos tradicionales que trabajan en la búsqueda de las causas en el pasado.
El modelo estratégico es flexible porque cada persona necesita «un traje a medida», autocorrectivo, es decir, se corrige en cada momento según los efectos producidos de sesión a sesión durante el proceso de cambio, manteniendo lo que funciona y rectificando lo que no funciona. Se basa en la excelencia comunicativa del terapeuta, el trabajo desde la perspectiva de las lógicas no ordinarias y la interacción ajustada a cada caso entre el experto en el problema (el cliente) y el experto en las técnicas del modelo estratégico (el terapeuta).
La gestión estratégica de las emociones
Aunque la terapia estratégica, por definición, es breve, no implica que por ello sea fácil o poco profunda, como se la ha acusado en diferentes foros. Asimismo, personas que no conocen bien el modelo consideran que la terapia estratégica no trabaja con las emociones y ¡nada más lejos de la realidad! Podríamos decir que la terapia estratégica trabaja sobre todo con las emociones, pero desde un enfoque diferente a otras líneas terapéuticas. De hecho, la terapia estratégica es conocida principalmente por ser la más eficaz y eficiente para superar miedos y fobias.
Vencer el miedo con estrategias idóneas
Todas las emociones desempeñan una función determinada en la gestión de la supervivencia humana, pero quizá la más directamente ligada a la propia supervivencia como ser vivo es el miedo. El miedo es la emoción humana esencial más primitiva y una de las que compartimos con muchos animales. El miedo nos salva la vida. Por ello, se desencadena ante cualquier situación o estímulo, real o imaginado, percibido como potencialmente peligroso, para poner al organismo en guardia y prepararlo para luchar o huir. El miedo se activa ante estas situaciones potencialmente peligrosas o estímulos condicionados (aprendidos), que pueden ser de lo más variado y, por supuesto, carecer objetivamente de peligro (como cuando le tenemos miedo a las hormigas o a la pronunciación de una determinada palabra, etc.).
Cuando lo que está en juego es la vida, los seres humanos ponemos en marcha mecanismos de lucha o de huida que bloquean o desconectan toda nuestra parte racional puesto que ésta es mucho más lenta a la hora de tomar decisiones y lo que necesitamos es rapidez de decisión (por ejemplo, si caminando por el campo algo se mueve en la yerba, primero damos un salto hacia atrás y luego nos damos cuenta de si es una serpiente o un palo); podemos decir que sobre un 80% de las intervenciones terapéuticas están dirigidas a vencer una fobia o, de alguna manera, relacionadas con la emoción del miedo.
Vencer el miedo patológico
El miedo es un continuuum que se distribuye a través de una dimensión que va desde una pequeña preocupación hasta la máxima expresión del miedo en el ser humano: el pánico. Lo que determina que una preocupación se resuelva o se desplace hasta convertirse en una incipiente fobia o acabe en ataques de pánico dependerá de lo que la persona intente para vencer la fobia o el miedo; si lo que hace la persona para vencer el miedo funciona, no se agravará, pero cualquier intento de solución que no resuelva el problema[2], acabará agravándolo.
Tetralogía del miedo
Los seres humanos somos todos muy distintos y, a la vez, somos todos muy iguales. Eso quiere decir que, cuando tenemos miedo, a todos se nos movilizan los mismos mecanismos neuronales, los mismos mecanismos hormonales, quizá, con pequeñas variaciones cualitativas y cuantitativas que establecen las diferencias individuales. Pero también a la hora de reaccionar para vencer el miedo, en cuanto a lo que pensamos y hacemos, también aquí somos muy diferentes y muy iguales; diferentes en los matices, iguales en las categorías. Es decir que si, por ejemplo, yo sufro claustrofobia, seguramente sentiré, pensaré y actuaré de manera muy similar a otra persona que también padezca lo mismo. En cuanto a matices, probablemente vivamos de manera diferente la problemática, pero en cuanto a categorías generales, seguros que nos sentimos identificados con la otra persona.
En cuanto a las soluciones intentadas que solemos poner en marcha para vencer el miedo, también aquí encontramos matices diferentes en categorías iguales. Los seres humanos tenemos un repertorio no muy extenso de soluciones intentadas que son universales para el miedo; es decir, podemos anticipar sin «miedo» a equivocarnos mucho qué posibles reacciones tendrán las personas delante de una situación de miedo. Hablamos anteriormente de que nuestro software animal está preparado básicamente para unas pocas respuestas que suelen ser: lucha, huida, inmovilidad y sumisión; pues bien, desde el punto de vista estratégico hemos destilado al cabo de los años una serie de soluciones intentadas redundantes en las problemáticas del miedo, las hemos agrupado en cuatro categorías, y las hemos llamado la tetralogía del miedo: evitar, pedir ayuda, controlar y socializar/informarse[3].
Cambios estratégicos para vencer el miedo
A modo de introducción a la intervención, y como reflexión conceptual, reiteramos que el enfoque estratégico, más allá de toda su sofisticación teórico/filosófica/práctica, está basado y quiere basarse en dos premisas simples, recordad: si una cosa funciona, no la toques; si una cosa no funciona, haz algo diferente. La idea central de la intervención estratégica es identificar las soluciones intentadas que mantienen el problema, montar un plan de acción para que la persona interrumpa las soluciones intentadas y proponer otras soluciones que sí sean funcionales para vencer al miedo.
Si el objetivo último de cualquier intervención de ayuda de cualquier corriente en los temas de miedo es aumentar la calidad de vida, entonces ¿qué nos diferencia a unas de otras?
La diferencia radica en el camino elegido por cada una para conseguir el objetivo; cada orientación decide recorrer un camino diferente. El objetivo de una intervención estratégica para vencer el miedo es conseguir, utilizando un lenguaje persuasivo y otras técnicas, que la persona sea capaz de mirar al miedo a la cara y a través de un plan meticuloso de pequeñas exposiciones acompañadas de determinadas técnicas tenga, una tras otra, pequeñas experiencias de éxito. Las técnicas más utilizadas en general estarán construidas sobre la base de lógicas no ordinarias (paradoja).
Exposición al miedo, pero con recursos funcionales
Algunas corrientes pretenden que la persona se exponga a sus miedos y fobias aludiendo a razones lógicas, es decir, primero tienen que convencerse de que sus miedos y fobias o no tienen sentido o son desproporcionados, y después se podrán exponer. En el modelo estratégico esta idea de «cuando entiendas podrás cambiar», está invertida, pues pensamos que la lógica racional tradicional no encaja en un primer momento con el «idioma del miedo», nuestro lema suele ser «cambia para entender», pues el miedo suele ser muy resistente a la lógica tradicional y primero tratamos de generar experiencias de éxito en el afrontamiento al miedo con técnicas a veces un tanto sofisticadas y después completamos el trabajo con un entendimiento racional del porqué de esta «manera» estratégica de abordar el mundo de los miedos y fobias.
La exposición consiste en enfrentarse a aquellos estímulos y situaciones que producen preocupación, ansiedad, miedo y/o pánico, con el objetivo de aprender a gestionar esta ansiedad y demostrarse que aquello que se temía no ocurre o no ocurre con tanta intensidad. Estas exposiciones, repetidas, favorecerán la extinción y/o disminución de las reacciones de ansiedad y pánico, que irán desapareciendo o disminuyendo a medida que nos vamos enfrentando a las situaciones temidas. Podemos exponernos de diferentes maneras y en diferentes intensidades en función del objetivo y las características de la situación y la persona, por ejemplo, podemos exponernos solo con la imaginación, o con la acción, acompañados o solos, etc. Pero en todo caso la exposición es «lo contrario» de la solución intentada disfuncional de evitar.
[1]El constructo de «soluciones intentadas» disfuncionales es el reductor de complejidad característico del enfoque estratégico gracias al cual podemos conseguir cambios en tiempos breves.
[2]Este es el constructo de «soluciones intentadas disfuncionales», aquello que la persona (y su entorno) ha puesto en práctica para intentar vencer su miedo y que no le ha funcionado.
[3]Las soluciones intentadas, como concepto, no son entes rígidos, es decir, que no son ni buenas ni malas en sí mismas, ni correctas ni incorrectas; depende del resultado en cada caso concreto, de manera que una misma categoría de soluciones intentadas, como la categoría de la evitación, puede ser funcional en unos casos y disfuncional para otros, puede ser funcional para determinadas personas en un momento y disfuncional para otras en momentos similares, es decir, el concepto de solución intentada es un concepto relativo, que opera siempre en lo concreto y que se rige por el criterio de la funcionalidad.
Para profundizar en el modelo estratégico, en este vídeo Santi del Olmo y Adela Resurrección, formadores del àrea de Intervención Estratégica, nos hablan sobre como este enfoque ofrece soluciones prácticas, promoviendo cambios efectivos y mejorando la calidad de vida.
Adela Resurrección
Filóloga-lingüista. Máster en Terapia Breve Estratégica (CTS Arezzo). Formada en Terapia Centrada en Soluciones con Matthew Selekman, Bill O’Hanlon y Mark Beyebach. También formada en Terapia Gestalt.
Santiago Olmo
Psicólogo, Máster en Terapia Breve Estratégica por CTS-Arezzo. Formado en Terapia Centrada en Soluciones con Matthew Selekman, Bill O’Hanlon y Mark Beyebach. Formado también en Terapia Gestalt y Practitioner en Programación Neurolingüística.
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